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Foto: Dara Scully |
No puedo conciliar el sueño
con este calor sofocante
que germina una palabra
como una semilla transgénica.
Soy de esas poetas del insomnio,
preñada de trovas somnolientas,
latidos desbocados entre estrofas,
mientras la pluma dirige mi mano.
Sólo leo lo que el papel me muestra,
como un mapa que no entiendo,
me detengo en la angustia
del vacío de los verbos.
Enseguida mi pluma descubre un sendero
que baja entre suspiros,
aliento contenido entre los versos,
y se arrellana en un prado sustantivo.
Allí me encuentro durmiendo,
sobre frases ondulantes,
leves espasmos recorren mi cuerpo
a la sombra de un poema semiautomático.