Entre las copas de los pinos,
unos ojos me sonríen.
Dos rayos de sol oblícuos,
tallan esmeraldas en el musgo.
Dos rayos de sol oblícuos,
que derriten la escarcha de cada mañana.
Dos rayos de sol oblícuos,
claroscuro que desvela un camino agreste.
Entre las copas de los pinos,
oigo reír a un jilguero
y sin darme cuenta, mis pies
se hunden en un río cristalino.
Migas de pan le daría,
si me trajera su canto desde su pico a mi boca.
Migas de pan le daría
si viniese con su risa, desde mi boca a su pico.