El alba desgarra unos retazos de nubes lechosas que enturbian la sierra,
igual que los sueños opresivos se desvanecen un poco con la proximidad del día.
No es una vigilia, sino la duermevela de los insomnes, un vagar por los espacios
oníricos con los ojos abiertos.
Una flor de cactus se abre a la luz de la luna y esparce su perfume dulzón, como de puta vieja, por el pequeño jardín.
Todavía veo tu culo en mi mano y flota en mis neuronas el olor de tu coño anhelante, cuando estábamos sentados en la bancada de piedra de la plazoleta, hace apenas cinco minutos.
Se ha terminado el café, pero la taza aún está caliente encima de la mesita. No hay que dejarla enfriar hasta vaciar la cafetera, luego, la excitación enmascarará a la desidia.
Puede que hoy no salga el sol. Mejor. Será como llevar pegadas las sábanas y tu recuerdo, hasta que vuelva a verte, esta noche.
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foto de: Violeta de mil colores flickr.com/photos/itafloress/5098055859/ |