No tiene sentido
la sombra lacerada por un ángulo recto,
ni el aire herido por un muro de cristal y de acero.
No tiene sentido
el ruido de palabras rompiendo el silencio,
ni la música importunando el tedio.
No tiene sentido
la razón, el sueño o el deseo,
ni lo falso, ni lo cierto.
No tiene sentido
ni el infierno, ni el cielo,
ni el amor, ni el odio, ni el miedo.
No tiene más sentido
que una gota de rocío en una brizna de hierba,
cayendo al suelo.